El momento al que estamos asistiendo, sin ningún interés catastrofista, es de los que ponen los pelos de punta. Hemos vivido los europeos, y por ende los españoles, en una especie de "limbo" económico donde todo parecía valer, todo era coser y cantar. Seguramente ahora, con la que está cayendo y con la que parece venir, debería ser el momento de trabajar mas, codo con codo, todas las administraciones locales, regionales, nacionales y europeas. El mundo económico y financiero, como lo conocíamos hace un par de años, ya no existe. Algo nuevo ha nacido y, a Europa, parece que la está cogiendo con el paso cambiado. No es que no queramos alarmar a la población, no es que "siempre que ha llovido ha escampado", es que todo lo que hemos construido en los últimos diez años parece tambalearse como un castillo de naipes. Algún tipo de "Fuerza" no bien conocida, llamémosle el "décimo poder", maneja los hilos de la economía mundial, propiciando desajustes sin precedentes en las economías nacionales. Este "décimo poder", a caballo entre lo que conocíamos como "grandes trust" y las poderosísimas redes informáticas-tecnológicas, dirigidas por "alguien/es", deciden en cada momento quién se encuentra a las puertas de la bancarrota. Eligen el día y la hora, programan y mueven ingentes cantidades de divisas, de un mercado a otro, de unos países a otros, haciendo que, en el tablero económico mundial, aparezcan o desaparezcan problemas a una escala difícilmente controlable.
Hemos dejado en manos de este "décimo poder" la suerte de los pueblos y de los estados. Ahora parece haberle llegado la hora a Europa. El talón de Aquiles es el "euro". Europa, y sobre todo los países más débiles, hemos estado viviendo una especie de "luna de miel" de la que nos estamos despertando brutalmente. Grecia es solo una de las piezas del dominó, si cae, que Dios nos coja "confesao".
