“Encaje de bolillos”
Decía mi madre, cuando algo le parecía muy difícil de realizar, que eso era una “encaje de bolillos”. La verdad es que algo parecido es lo que se me ocurre pensar siempre que se habla sobre el llamado “Estado de las Autonomías”.
Seguramente no podíamos hacer otra cosa, allá por los años 70, recién salidos de la dictadura, que “inventar” un modelo “made in Spain”, que pudiera dar respuesta al compromiso político que demandaban los territorios que habían tenido durante la República, un mayor grado de autogobierno. Cataluña, El País Vasco y, en parte Galicia, habían disfrutado de ello.
El llamado “café para todos”, intentó con éxito, dar esa posibilidad a todas las regiones del Estado español. Se organizaron las distintas autonomías, unas de primera velocidad y otras mas lentas y con menos autogobierno, pero todo el mundo quedó contento en esta primera fase del proceso.
El problema ha ido llegando cuando, los territorios históricos, han demandado un grado de autogobierno cercano a la creación de distintas nacionalidades.
Esta nueva situación implicaría, entre otros puntos de peso, el que la distribución de los “dineros” del Estado pasaría a ser administrado por cada territorio, así como la recaudación de los impuestos.
Esto que parece algo sin importancia, está claro que rompería el equilibrio presupuestario que actualmente disfrutamos, con el perjuicio claro y dramático para aquellas regiones que poseen un nivel de vida mas bajo: Menos ingresos y mas gastos.
Por otro lado se entiende ,el deseo de esas comunidades-nacionalidades ricas, de gastar TODO el dinero que recaudasen en asuntos relacionados con su autonomía. Esta es una condición innata en el ser humano. Pero gobiernos que se precien de sociales deben “reeducar” esos impulsos ancestrales, para contribuir al bien general de TODOS los ciudadanos.
De ahí que todo lo que se haga en este sentido, será siempre apoyado por los ciudadanos de nuestra región.
