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miércoles, 23 de enero de 2013

"EL INVIERNO DEL MUNDO"

"EL INVIERNO DEL MUNDO" .
Tiempos difíciles, convulsos y aciagos los que nos han tocado vivir en estos primeros años del nuevo siglo. La sociedad vuelve a caer, una y otra vez, en los mismos defectos y frustraciones. Leyendo al gales Kenn Follet, en su “Winter of the Word”, nos alertaba de lo fácil que es hundirse en el abismo y lo cerca que podemos estar ya de él. El caldo de cultivo, para los fascismos dictatoriales, se está cociendo en nuestro entorno. El “gran maestre” de los fogones, que había puesto a fuego lento la pócima, ahora le ha dado por encender todos los fuegos. Siempre es igual, después de una época de prosperidad, de bonanza y buenas maneras, siempre llegan las “vacas flacas” acompañadas de miseria y corrupción. Follet cuenta el cómo los nazis llegaron al poder, en medio de una situación de penumbra social y económica. Cuando ya todo el mundo está dispuesto a “mirar para otro lado”, cuando comienzan los abusos de poder y los atropellos a los más elementales “derechos humanos”. La cocción es muy sencilla, es un plato que se elabora siempre con los mismos ingredientes: se pone en una “olla ibérica” un poco de “recortes sociales”, otro poco de “falta de credibilidad “ en las instituciones, un mucho de “corrupción” generalizada, un “paro y falta de perspectivas” entre los jóvenes , una buena dosis de “intoxicación informativa” y… a esperar que salte el “salvador de la patria” de turno, que es como la guinda del pastel. A finales del 2011, en los últimos estertores de “zapaterismo” y durante todo el 2012, comenzó a acelerarse la primera fase de la cocción: los recortes sociales, por primera vez en más de una década, asomaron a nuestras vidas. Todo lo que se había ido alcanzando en justicia social, llámese “atención a los dependientes”, “sanidad pública para tod@s”, “educación pública” con calidad de medios, etc., empezaba a “recortarse” de manera palpable y descarada. Instituciones como la “monarquía”, “el Senado”, los jueces, sindicatos y partidos políticos, han ido “cayendo” a lo largo del año pasado, en el más profundo descrédito social. Parece como si, desde la ciudadanía y los medios de comunicación, se hubiera abierto la veda. Como si durante todos los años anteriores, transición incluida, no hubieran existido estas instituciones con sus mismos defectos y disfunciones.
En estos días, poco a poco, han ido saliendo a la palestra periodística, informaciones-desmentidos, acusaciones-desmentidos, inculpaciones-desmentidos, corrupciones-desmentidos, en todo un sinfín de dimes y diretes, sin tener certeza de quien o quienes los promueven y alientan. Empezando por los “celebres banqueros”, de todos conocidos, que han llevado a este país a los pies de los caballos, y continuando por los políticos de turno, cuyas “presuntas corrupciones”, “presuntos sobrecitos”, “presuntos tráficos de influencias” o “presuntas financiaciones partidistas-personales”, todo ha ido “engordando” el plato final, de este cocinero de la “alta cocina” política. Y, como no podía ser de otra manera, se está machacando a los más jóvenes. La generación mejor formada que hemos tenido nunca, pero también con el mayor índice de paro, se le cierra las puertas a su incorporación al mundo del trabajo y a su desarrollo personal y social. “Bomba de relojería” con espoleta retardada. Eso sí, se la intenta adormecer, con el “amparo familiar”, “botellonadas” por doquier y “chapucista en B” para que vayan entrando en el entramado. Ahora, y como traca final de esta “apetitosa” bacanal, algunos políticos y medios de comunicación compiten por “echar más leña al fuego”, aventándolo con soflamas independentistas y de corrupción generalizada. Señoras y señores….el plato está servido. Eduardo FERNÁNDEZ LEÓN.

miércoles, 9 de enero de 2013

A LA DESESPERADA

A LA DESESPERADA Esta amaneciendo en la aldea. Con las primeras luces del alba, despacio, como queriendo alargar el momento, reposo mi cabeza en el afeitar de la ventana y sueño. Ha sonado el despertador pero nadie lo escucha. Mi mano no acude presurosa a detener el estridente sonido que inunda toda la estancia. Es domingo...o lunes, quizás martes o jueves. Perezosamente enciendo el portátil. Miro, leo, busco y rebusco. Nada. Regreso a la cama. Ya no sueño, medito, suspiro y callo. Vuelvo a la calle, como hice ayer, hoy y mañana, con mis manos llenas de papeles voy desgranando las horas de una esperanza que no llama. Uno aquí y otro allá, las notas quedan marchitas, entre océanos sumisos en torres que nadie pisa. Cansado, cautivo y yermo me arrastro hasta mi casa. Mañana será otro día. Tal vez si suene la alarma.