La verdad ya está dicha: “entre todos la mataron y ella sola se murió”.
O el “unos por otro la casa por barrer”.
O aquello de “mal de muchos consuelo de tontos”. No quiero seguir aquí recordando todos y cada uno de los refranes que, la cultura popular de mi madre, nos dejaba caer de vez en cuando pero siempre muy acertadamente.
Los lamentos, acusaciones, el “y tu mas”, los bancos, el capitalismo desenfrenado, las inmobiliarias, los constructores, los sindicatos, el político de turno, el partido tal o cual, etc, etc. Podemos mirar para uno o para otro, las razones son muchas, diversas y seguramente desconocidas para la inmensa mayoría de la ciudadanía. Lo que tenemos todos claro es que, la situación que se nos está presentando, puede llegar a ser terriblemente preocupante.
En lo humano, por los dramas personales de todo tipo, que se esconden detrás de cada uno de los dígitos de las encuestas de población en paro.
En lo social, por que a rio revuelto ganancia de pescadores. Y buen entendedor pocas palabras basta.
En lo político, un tanto de lo mismo, los salvadores de la patria proliferan en estas épocas de incertidumbre y desamparo.
¿Qué hacer entonces?
Cada uno tiene que mirar hacía si mismo y no esperar solamente las soluciones que nos lleguen de fuera. Cada ciudadano/a conoce ya lo que puede aportar a esta lucha titánica por salir del “agujero” en el que nos han/hemos metido. Yo no pienso que soy nadie para intentar dar una “receta salvadora” pero, como funcionario recien jubilado, si me gustaría proponer algo a mi antiguo/nuevo “gremio”, a saber: Dado que tenemos la suerte de recibir una paga fija y “segura” del Estado/Comunidad Autónoma, NO frenar los gastos que hasta ahora hacíamos, llámese compras diversas, viajes, comidas fuera, etc. El dinero debe moverse.
Luego, cada uno en su citación personal y financiera, aportar todo lo posible en apoyar y ayudar a aquellos colectivos, emigrantes y nativos, que se encuentren en peor situación.
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