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miércoles, 9 de enero de 2013

A LA DESESPERADA

A LA DESESPERADA Esta amaneciendo en la aldea. Con las primeras luces del alba, despacio, como queriendo alargar el momento, reposo mi cabeza en el afeitar de la ventana y sueño. Ha sonado el despertador pero nadie lo escucha. Mi mano no acude presurosa a detener el estridente sonido que inunda toda la estancia. Es domingo...o lunes, quizás martes o jueves. Perezosamente enciendo el portátil. Miro, leo, busco y rebusco. Nada. Regreso a la cama. Ya no sueño, medito, suspiro y callo. Vuelvo a la calle, como hice ayer, hoy y mañana, con mis manos llenas de papeles voy desgranando las horas de una esperanza que no llama. Uno aquí y otro allá, las notas quedan marchitas, entre océanos sumisos en torres que nadie pisa. Cansado, cautivo y yermo me arrastro hasta mi casa. Mañana será otro día. Tal vez si suene la alarma.

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