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lunes, 16 de septiembre de 2013

EL RETRATO.

EL RETRATO. Hace unos días leía en un artículo de opinión que, para conocer a una persona, no bastaba con leer cuatro de sus escritos, conocer el periódico que hojeaba, o la tele que veía, para sacar estereotipos manidos con los que “etiquetar” a las personas y pueblos. Ayer, una amiga de facebook, me comentaba que “fulanita de tal” le había estado preguntando sobre “quién era yo” y “de qué iba”. Basamos, muchas veces, nuestras opiniones personales, en pequeños retazos de la vida de los demás, sin profundizar en sus anhelos, inquietudes, pensamientos, deseos, etc. Conformándonos con nimiedades y opiniones subjetivas, que dicen muy poco del otro. No obstante solemos elevarlas a la máxima potencia y, hacemos de ellas, el retrato completo de ese individuo. Lo mismo viene ocurriendo con las etiquetas que endosamos a los nacidos en tal pueblo, a los oriundos de tal comunidad o país. Es tan fácil y útil “definir” con un par de adjetivos o epítetos, que resulta desalentador ver cómo, personas a las que consideramos inteligentes, acuden a estos lugares comunes para encorchetar a conocidos y desconocidos, a pueblos enteros, con una seguridad en sus calificativos fuera de toda duda razonable.

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