¿Monarquía o República?: DEMOCRACIA.
Reconozco que he ido cambiando en mi apreciación sobre este tema, desde aquellos años 70, universitarios en Sevilla. Después de lo visto y sufrido con los distintos avatares de nuestro país: dictadura, monarquía, democracia, ETA, burbuja, corrupción, empobrecimiento, emigración juvenil, paro, carteros que llaman una y otra vez, Cataluña, paraísos, etc., etc. estoy más que curado de espantos.
Pero toda esta situación, que parece en estos momentos que nos asfixia y no nos deja ver el bosque, no debe nublarnos las “entendederas” y convertirnos en meros espectadores. En los momentos de máxima zozobra, cuando todo parece que quiere derrumbarse a nuestro alrededor, es el momento de que todos saquemos lo mejor de nosotros mismos y luchemos por el futuro.
El consenso, pero sin el compadreo o la tabla rasa, debe convertirse en estos momentos en la luz de guía de nuestros esfuerzos colectivos como pueblo soberano.
El compromiso social, como sociedad sana y solidaria, debe ser otro de nuestros referentes. Sin caer en el paternalismo o la caridad mal entendida.
La lacra de la corrupción tan generalizada, en casi todos los estamentos de la vida política y social, debe convertirse en un mal recuerdo del pasado. Para ello deben establecerse unos principios claros y unas penas y sanciones acordes con el daño ocasionado. Eso sí, siempre, con la devolución íntegra de lo robado.
Una distribución equitativa y social de las cargas fiscales donde, los incumplimientos con el fisco sean considerados penalmente y perseguidos con la misma presteza que en la sociedad estadounidense.
La separación real de los tres poderes, así como de lo civil y religioso, deben ser considerados como piezas claves en la nueva España del XXI.
Por último, aun dejándome muchos temas en el tintero, profundizar en una Democracia más participativa y actual, que agilice las instituciones y los procesos de tomas de decisión de acuerdo con lo que la sociedad real demande en cada época.
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